- Como casi todo lo que empieza tiene un fin...Beleman salió aquel día
de su casa y lo que menos pensaba en aquel momento es en si volvería o
no, porque eso nunca se piensa. Lo cierto es que nunca más volvió.
Se fue a algún rincón de Lisboa.
- A casa de un amigo?
-Podría ser. Pero también podría caber que fuera sin conocer a nadie.
Lisboa es como una serpiente nadando en el Tejo. Te aprieta y te
arrastra, te empuja al centro mismo de esas calles pequeñas en donde
siempre hay pequeños bares abiertos donde se escucha música.
Entra en uno y allí es donde conoce a Alicia.
- La pintora?
- Sí, podría ser.
- El viene de Italia, de un viaje de regreso a Italia. ¿Cómo se regresa
de un regreso?
- Se va y punto.
- Le habla, a ella, de su afición a los relojes, de su pasado de pujil
peso pluma. De su martirio, su condena, de guardar el secreto.
Ella se va enamorando fieramente.
- Ciegamente.
- No, lentamente.
- No tendrían tiempo.
- Es cierto. Se enamoran de forma salvaje.
- Le cuenta, a ella, que aquel reloj tan singular pasó de mano. Por
seguridad, por miedo y porque nunca más pensaba volver.
- Ella mira sus ojos negros que quieren transmitir esa angustia, pero
sólo brillan de amor.
- Se enamora de ella.
- Salvajemente. Piensa en sexo miemtras mira sus hombros. Se dicen los
nombres. Él miente. No sabe porqué, pero decide mentir. Ella abre su
flor, sus manos y sus ojos.
- Suena música.
- Sí y muy cerca, tras ellos. Ella saca la libreta y decide dibujar su
cara.
- Es pintora.
- Lo es, y buena.
- Mientras, él habla de aquellas personas muriendo. Del secreto
guardado por un amigo. De la traición. Del vacío de no saber. De la
maldición de aquel reloj tan extraño.
- Pero ella parece no escuchar.
- Escucha sí, pero le quiere traer a ese lugar alumbrado con velas y a
la sonada tras ellos.
Él quiere salir corriendo. Un error haber llegado tan lejos. El reloj
suena en su cabeza. El secreto mejor guardado. La locura. La maldición
resuena con cada latido del gnomon sobre la esfera transparente. Ahora
lo veo.
- El reloj es el secreto.
- No, el reloj guarda el secreto y le protege aquella maldición.
- Se acercan a la librería. La oscuridad es total. Ella se agarra a él.
- Y cantan juntos recitando poemas de De Campos.
Al llegar a la librería no queda nadie, pero una luz tenue al fondo de
la librería, ilumina la forma de un hombre sentado en un escalón de una
escalera que asciende. ¿Cómo era verme a mi ahí sentado?
- No sabías nada y te parecerían dos enamorados despistados con el
lugar y la hora. Tú parecerías un hombre triste rodeado de sus libros.
Qué se yo.
- Hablamos y hablamos. Acabamos la noche en mi estudio.
Vieron mis esculturas. Mis proyectos. No quise su opinión sincera. Es
pronto para querer odiar lo que hago.
- Y preguntaste.
- Me contaron lo que quisieron. Nada más.
- Supongo que no se fiarían.
- ¿Y entonces?
- Hablamos de arte. Estoy confuso. ¿Tú que piensas de estas esculturas?
- Parecen dos caminos distintos.
- Puede ser. Lo mismo dijeron ellos. Una de las dos no puedo terminarla.
- Has aceptado esconder...
- Sí.
- Primero tendrán que recuperarlo.
- Sí. Luego lo guardaremos en la escultura y la terminaré.
- ¿Cual has elegido?
- No lo he decidido.
- ¿Y la música de hoy?
- Está claro, I´m gonna try, de Carol Fram
http://www.goear.com/listen/b51dd93/im-gonna-try-part-carol-fran
de su casa y lo que menos pensaba en aquel momento es en si volvería o
no, porque eso nunca se piensa. Lo cierto es que nunca más volvió.
Se fue a algún rincón de Lisboa.
- A casa de un amigo?
-Podría ser. Pero también podría caber que fuera sin conocer a nadie.
Lisboa es como una serpiente nadando en el Tejo. Te aprieta y te
arrastra, te empuja al centro mismo de esas calles pequeñas en donde
siempre hay pequeños bares abiertos donde se escucha música.
Entra en uno y allí es donde conoce a Alicia.
- La pintora?
- Sí, podría ser.
- El viene de Italia, de un viaje de regreso a Italia. ¿Cómo se regresa
de un regreso?
- Se va y punto.
- Le habla, a ella, de su afición a los relojes, de su pasado de pujil
peso pluma. De su martirio, su condena, de guardar el secreto.
Ella se va enamorando fieramente.
- Ciegamente.
- No, lentamente.
- No tendrían tiempo.
- Es cierto. Se enamoran de forma salvaje.
- Le cuenta, a ella, que aquel reloj tan singular pasó de mano. Por
seguridad, por miedo y porque nunca más pensaba volver.
- Ella mira sus ojos negros que quieren transmitir esa angustia, pero
sólo brillan de amor.
- Se enamora de ella.
- Salvajemente. Piensa en sexo miemtras mira sus hombros. Se dicen los
nombres. Él miente. No sabe porqué, pero decide mentir. Ella abre su
flor, sus manos y sus ojos.
- Suena música.
- Sí y muy cerca, tras ellos. Ella saca la libreta y decide dibujar su
cara.
- Es pintora.
- Lo es, y buena.
- Mientras, él habla de aquellas personas muriendo. Del secreto
guardado por un amigo. De la traición. Del vacío de no saber. De la
maldición de aquel reloj tan extraño.
- Pero ella parece no escuchar.
- Escucha sí, pero le quiere traer a ese lugar alumbrado con velas y a
la sonada tras ellos.
Él quiere salir corriendo. Un error haber llegado tan lejos. El reloj
suena en su cabeza. El secreto mejor guardado. La locura. La maldición
resuena con cada latido del gnomon sobre la esfera transparente. Ahora
lo veo.
- El reloj es el secreto.
- No, el reloj guarda el secreto y le protege aquella maldición.
- Se acercan a la librería. La oscuridad es total. Ella se agarra a él.
- Y cantan juntos recitando poemas de De Campos.
Al llegar a la librería no queda nadie, pero una luz tenue al fondo de
la librería, ilumina la forma de un hombre sentado en un escalón de una
escalera que asciende. ¿Cómo era verme a mi ahí sentado?
- No sabías nada y te parecerían dos enamorados despistados con el
lugar y la hora. Tú parecerías un hombre triste rodeado de sus libros.
Qué se yo.
- Hablamos y hablamos. Acabamos la noche en mi estudio.
Vieron mis esculturas. Mis proyectos. No quise su opinión sincera. Es
pronto para querer odiar lo que hago.
- Y preguntaste.
- Me contaron lo que quisieron. Nada más.
- Supongo que no se fiarían.
- ¿Y entonces?
- Hablamos de arte. Estoy confuso. ¿Tú que piensas de estas esculturas?
- Parecen dos caminos distintos.
- Puede ser. Lo mismo dijeron ellos. Una de las dos no puedo terminarla.
- Has aceptado esconder...
- Sí.
- Primero tendrán que recuperarlo.
- Sí. Luego lo guardaremos en la escultura y la terminaré.
- ¿Cual has elegido?
- No lo he decidido.
- ¿Y la música de hoy?
- Está claro, I´m gonna try, de Carol Fram
http://www.goear.com/listen/b51dd93/im-gonna-try-part-carol-fran
Estuve por aquí y retuve mi curiosidad.
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